La fachada se convierte en el elemento principal de referencia del edificio, definiendo su identidad y presencia. Al mismo tiempo, funciona como un sistema de control solar, mediante lamas orientables y regulables que permiten adaptar la incidencia de luz y garantizar confort interior.
El diseño busca combinar claridad constructiva y estética, donde los volúmenes y materiales del edificio se perciben de manera legible y coherente. La fachada, además de su función climática, establece un diálogo visual con el entorno.


