El proyecto plantea un gran espacio diáfano, pensado como un lugar para jugar y con el que jugar. La compartimentación es mínima: únicamente una sala de juegos junto a la entrada y un aseo para adultos.
La fachada se resuelve mediante un plano continuo de vidrio de suelo a techo, sobre el que unas enormes letras funcionan al mismo tiempo como rótulo y como parte del parque de juegos, convirtiéndose en elemento lúdico y distintivo del edificio.
La medianería queda oculta tras una pared que integra los espacios servidores de la ludoteca: cocina, trastero, administración, mini-dormitorio, sala de juegos y aseo infantil. El mobiliario, tanto en el centro de la sala como en la propia pared de medianería, se ha diseñado en metacrilato, aportando ligereza, transparencia y un carácter innovador al espacio.











