La fachada se concibe como una piel que absorbe la luz cambiante del cielo, refleja luz y color e insinúa su propia vida interior según el ángulo de visión, la luz del día y las condiciones climáticas. Se construye de vidrio templado y laminado, y se compone como una estructura reticulada hecha de anchos paneles de vidrio. 

Esta película de vidrio transparente desdibuja las formas, los contornos y las siluetas, y se percibe como una membrana brillante en donde la fusión de los reflejos con la profundidad de campo hace volar el misterio.